Los Santos Van Al Infierno Por Gilbert Cesbron, 1953, Pac (Usado)

Descripción

Título: LOS SANTOS
VAN AL
INFIERNO.

Título del original francés:
LES SAINTS VONT EN ENFER

Precio: $ 9.900.
Autor(es): POR GILBERT CESBRON.

Traducción de:
ALEJANDRO MAGNET.

Portada de Víctor Arend.

Lugar de publicación: SANTIAGO DE CHILE.
Fecha de publicación: 21 de Diciembre de 1953.
Editorial: EDITORIAL DEL PACÍFICO, S. A.
Colección: LOS NOVELISTAS DE HOY.
Edición: 5ª EDICIÓN.
Número de páginas: 304 páginas.
Incluye ÍNDICE.
Medidas: 18,9 x 13,5 cm.
Encuadernación: Tapa blanda, rústica de cartón con solapas.

LOS SANTOS VAN AL INFIERNO.

Por Gilbert Cesbron.

Este libro -el mayor éxito del último
tiempo en Francia, y que colocara a
Cesbron en el primer plano de la
actualidad periodística- es, a la vez,
una novela de primer orden y un
documento social impresionante, una
especie de reportaje en gran estilo
sobre una de las cuestiones más
debatidas y más plenas de
revolucionarias proyecciones en el
mundo de hoy: la provocada por la
actuación de los sacerdotes-obreros.
La descristianización del proletariado
moderno ha colocado a masas
enormes fuera del alcance de las
formas tradicionales de la acción
sacerdotal. Para enfrentar ese hecho
nuevo, de incalculables consecuencias,
han tenido que crearse nuevas
maneras de penetración. La de los
sacerdotes obreros es, sin cuestión, la
más audaz, la más promisora y, a la
vez, la más dura y arriesgada. Para el
común de los católicos aparece como
peligrosa y quizás impregnada de
rebeldía contra la autoridad jerárquica
de la Iglesia, si no como indebidamente comprometida con los
manejos del comunismo. Para el mundo proletario, que ha identificado a los "curas" con el elemento patronal y la injusticia de las actuales estructuras económico-sociales, estos nuevos misioneros resultan agentes dobles o miembros de una quinta columna encargada de minar el ímpetu combativo de la clase obrera. Por eso uno de los personajes de esta historia impresionante principia por preguntarse frente al Padre Pedro, protagonista de ella, si se trata de un sacerdote que se hizo obrero o de un obrero que se hizo sacerdote. De esa pertenencia a dos mundos del
sacerdote-obrero, de su papel de puente
entre la conciencia religiosa y moral y la
lucha sin tregua de la clase obrera contra
las estructuras que la oprimen o se
oponen a su ascensión, nacen los dramáticos
conflictos que van tejiendo la trama de este
libro que absorbe y apasiona, palpitante
e imprevisible como la vida misma.
En la conciencia del Padre Pedro, de su amigo
el dirigente comunista del barrio, de los obreros
que viven en el conventillo de la calle Zola,
en el suburbio parisiense, se proyectan y
resumen las angustias y tensiones que
trabajan sordamente el mundo
contemporáneo. Para ellas también evidencian
las posibilidades que se abren a un cristianismo
viril y resuelto, despojado de compromisos
temporales, que se lance a la conquista de
ese terreno ávido de fe y justicia que es el
alma del proletariado moderno.
Cesbron no ha suavizado o adornado,
por cierto, la pintura del ambiente de
su libro ni idealizado a sus obreros; sus
limitaciones y defectos, traiciones incluso,
y la grosería y rudeza de su lenguaje
aparecen aquí bajo una luz implacable,
que pone también de relieve el contraste
entre el duro mundo de su miseria y el
de la espiritualidad delicada y varonil
a la vez que ante ellos comienza a desplegarse.
Tampoco sus sacerdotes-obreros
tienen el rostro convencional de la
santurronería relamida; uno de ellos termina
por reflexionar que los que están
comenzando la obra serán quizás más
útiles por sus fracasos que por sus éxitos.
Pero aquellos, al menos, son enfrentados
con un profundo espíritu cristiano
alimentado por una necesidad constante
de la oración como contrapeso a la
absorbente actividad exterior a que los
obliga su testimonio, su "estar presentes",
incorporados a la clase obrera cuya
lucha han asumido por entero y en
la cual han comprometido sus vidas
para siempre.
Este libro tenso y patético es de los
que no se olvidan y, en cierto modo al
menos, justifican el revuelo que provocan:
intranquilizan las conciencias.

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